martes, 20 de marzo de 2018

Relato propio - La gran putada (parte 2)


En todo eso estaba ella pensando mientras recorrían en tren los kilómetros que los separaban del aeropuerto, la hinchazón de su cara ya era considerable, además se le había puesto toda la barbilla y la parte derecha de la cara totalmente morada y aunque se aplicase maquillaje, sabía que estaba llamando la atención.
Inevitablemente sus pensamientos volvieron a aquel fatídico día, en el que se vio sentada por primera vez en la consulta de psiquiatría del Hospital Clínico de Barcelona. Se veía sentada en aquella silla de plástico en frente de Laura, una psiquiatra joven que a partir de aquel día se convertiría en su confidente.
-Aunque todavía no te conocemos mucho, creemos que el diagnóstico es claro. Tienes Trastorno Bipolar. Aún deberíamos determinar de qué tipo, pero estoy segura que perteneces al tipo II por los síntomas que has mostrado hasta ahora. Nos veremos a menudo y te recetaré una medicación para empezar que formará parte de tu terapia.
-¿Yo? ¿Trastorno Bipolar? Supongo que sí, está bien. Aunque creo que no tengo muy claro lo que eso significa – dijo Ona entre sollozos porque en aquel momento no tenía fuerzas ni ganas de replicar a nadie…
Una voz la aparto de sus pensamientos. Roger le hablaba.
-¿Estás bien?
-Si.- Contesto ella, aunque realmente como creía Roger que iba a estar. Acababa de romperse la cara, literalmente. Eso significaba que podía olvidarse de las dos cosas que más le gustaban en la vida por una temporada, hablar y comer. No porque quisiera claro está, es que el dolor empezaba a ser insufrible. Y seguía teniendo hambre, pese que después de levantarse del suelo de esa tienda y de empezar el camino de vuelta había conseguido parar en una panadería y comprarse un donuts blandito que le había costado horrores poder masticar. En realidad ni siquiera lo masticó. Lo engulló y punto.
-Solo que creo que no podre comer en una temporada y eso no me gusta- añadió ella después de reflexionar.




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